¿Qué quiero decir con esto? Que de todos los rayos la llama violeta es la más cercana en acción vibratoria a la sustancia de la Tierra, a los elementos químicos y los compuestos, a todo lo que veis en la . Y por tanto la llama violeta puede combinarse con cualquier molécula o estructura molecular, cualquier partícula de materia conocida o desconocida, y cualquier onda de luz, los electrones, o la electricidad…
Así pues, la llama violeta es el antídoto supremo para la intoxicación por alimentos, desechos químicos, toxinas, contaminación de drogas en el cuerpo. La llama violeta es un elixir que bebéis o ingerís como el agua, como el más puro jugo de frutas de la cosecha de la conciencia de los elementales. La llama violeta es el antídoto supremo para los problemas físicos. ¡Dondequiera que los s se reúnan a dar decretos de llama violeta notaréis inmediatamente una mejora en las condiciones físicas! Ahí donde la cizaña sembrada entre el trigo se las ha arreglado para traer a un nivel físico, hasta vuestra propia casa y en vuestras propias relaciones con las personas.
Saint Germain, A study in Christhood by the Great Initiator, PoW vol. 27 # 61
© Summit University Press
(latín: mater, “madre”). La polaridad femenina (negativa) de la Divinidad, cuya polaridad masculina (positiva) es el Espíritu. La Materia actúa como un cáliz para el reino de Dios y es el lugar de morada de almas en evolución que se identifican con su Señor, el Santo Ser Crístico. La Materia se distingue de la materia, la sustancia de la tierra, terrena, de los reinos de maya, que bloquea en vez de irradiar la luz divina y el Espíritu del YO SOY EL QUE YO SOY.
La materia es la materialización de la Llama de Dios, el medio por el cual el Espíritu adquiere, “físicamente”, cuádruple dimensión y forma a través de la polaridad femenina, o negativa, de la Divinidad. Los maestros ascendidos usan Mater o Matter indistintamente para describir los planos de la existencia que comprenden y se amoldan al cáliz universal, o matriz, para el descenso de la luz de Dios que se percibe como Madre. A través de este aspecto de sí mismo como Madre es como el Espíritu de Dios, el Padre, desarrolla en sus hijos la conciencia del Cristo, el unigénito de Dios, como percepción de sí mismos en el Cristo en desenvolvimiento a través de la llama trina —la chispa divina y sello de autenticidad de los coherederos que serán. El alma que desciende de los planos del Espíritu mora en el tiempo y el espacio en la Materia para su evolución espiritual/física, que requiere automaestría en las energías de Dios con el recto ejercicio del libre albedrío. Los cuatro cuerpos inferiores del hombre, de un planeta o de sistemas de mundos —los cuatro planos, cuadrantes y fuerzas cósmicas— ocupan y constituyen las frecuencias de la Materia. Véase Madre, Espíritu.
Armagedón, Nicholas Roerich, 1936
Armagedón es un término bíblico que aparece en Apocalipsis 16: 16. Aunque el término es de origen cristiano, varias religiones y culturas lo emplean para referirse al fin del mundo o al final de los tiempos mediante catástrofes. Desde tiempos inmemoriales los hombres han predicho el fin del mundo y la próxima gran batalla de Armagedón.
Har-Magedon (hebreo) significa “colina de Megiddo”. La fortaleza de Meguido de los cananeos guardaba el paso al valle de Jezreel, a través del cual corría la principal ruta comercial de Egipto a Mesopotamia. Quien controlara el paso gobernaba la economía de Israel. A eso se debe que la fortaleza haya sido escenario de muchas batallas, antiguas y modernas. Armagedón llegó por eso a simbolizar, como nombre y como lugar, la batalla final entre las fuerzas de la Luz y la Oscuridad.
Durante los últimos dos mil años esta batalla se ha asociado a ciertos conceptos escatológicos, como la Segunda Venida de Cristo, la resurrección de los muertos, el juicio final, el rapto de los santos, el castigo de los pecadores y la llegada de la Nueva Jerusalén.
En realidad la batalla de Armagedón es la lucha entre la Luz y la Oscuridad, entre las fuerzas del Bien y las fuerzas del Mal, entre el Yo Real y el yo sintético. Es una batalla espiritual librada para que el mundo pueda ser despojado de ilusión y preparado para la manifestación del Cristo en todos los corazones.
“La batalla de Armagedón no es un mero choque de lanzas y carruajes en las arenas del mundo. Es una batalla espiritual por la mente y el corazón de los hombres” (El Morya ).