► diagramas y cálculos
El segundo ciclo de doce años
Durante estos doce años se establecen las pautas de lo que el niño va a llevar a cabo. Idealmente, el niño habrá desarrollado un fuerte sentido de la ley cósmica, que los padres llaman el bien o el mal. Pero el bien y el mal, por supuesto, se desplazan en la escala de la relatividad a medida que los lustros transcurren; por ello preferimos hablar de la en sí como la vara de medir lo bueno y lo malo. Después de que el niño ha recibido ese contacto supremo con el en los primeros doce años, una vez que tiene esas bases, enfrenta las pruebas del y las pruebas de la pubertad. Sólidamente cimentado en la ley, el niño está equipado para hacer frente a esa energía que se aproxima y que presenta una gran prueba en el siguiente ciclo de doce años: va de los 12 a los 24 años.
Estudiemos estos años con un examen de las perversiones de las doce jerarquías del sol. Al cumplir 12 años el niño recibe el ímpetu del poder divino –para ser exactos, una esfera de luz que desciende del cuerpo causal, una esfera azul de energía que se le entrega al Ser Crístico, a la llama crística, del mismo modo que las jerarquías cósmicas entregan una esfera de luz en el solsticio de invierno para el giro del ciclo del año.
De manera que este regalo de energía está ahora en el corazón del niño. ¿Cómo usará esta energía? Utilizará esta energía como se le haya enseñado. Si se le ha enseñado obediencia, la utilizará siendo obediente. Si se le ha enseñado el control divino, la energía fluirá con control divino. Si se le han enseñado los patrones de conducta adecuados, disciplina y técnicas de aprendizaje adecuadas, todo este poder divino será utilizado como un accesorio para amplificar los otros doce aspectos del reloj. Sin embargo, durante este año el niño también va a habérselas con el primer incremento de karma. La frecuencia de energía que es el abuso del poder divino se define como crítica, condena y juicio (figura 12). Es el abuso del y de la alquimia de fuego.
Ahora bien, esta condena se manifiesta de muchas formas sutiles, incluyendo la autocondena y la autodenigración. Puede ser un periodo en el que el niño se vuelva retraído, se sienta incómodo con sus compañeros y no sepa cómo relacionarse. Autodenigrarse y sentirse indigno a esta edad –algo que puede prolongarse durante estos doce años de intentar integrarse con los amigos– puede ser el resultado de karma del pasado que le regresa al cumplir los 12 años. Cuando la entrega la esfera de fuego, de poder divino, los , por mediación del , también entregan el paquete de karma que contiene los abusos del poder divino que el niño haya cometido en vidas pasadas.
Ahora bien, estos abusos no entran estrictamente en la categoría de estas cuatro palabras, pero pueden percibirse como tales. Cuando las iniciaciones de Capricornio prevalecen en la vida del individuo existe la sensación de pesadumbre, de ser juzgado, de que no puede hacer nada bien en ningún momento por mucho que se esfuerce, de que la gente habla mal de uno; y quizá lo estén haciendo efectivamente, pero puede convertirse en una carga al punto convertirse en un complejo psicológico de paranoia. Todo esto es con frecuencia el resultado del abuso del poder divino en encarnaciones pasadas.
Los padres prudentes que tengan las enseñanzas del reloj llevarán al niño de la mano. A los 12 años edad el niño es enteramente capaz de comprender este reloj. Entenderá, por tanto, que tiene que hacer elecciones. Puede escoger aumentar su moméntum de poder mediante invocaciones a la llama azul y a los Maestros que sirven en ese rayo, especialmente al ; o puede escoger dejarse afectar por esa condena que vuelve en ciclos para su transmutación. Si no la entrega a la llama, puede tomar esa condena y empezar a condenar a sus padres, a sus hermanos y hermanas o a los chicos del colegio. Puede volverse hipercrítico de todo y de todos, incluyendo su propia persona. Cuando los padres observen esta tendencia, harán bien en advertir al niño: “Es momento de hacer una invocación para poner en la llama todo lo que sea inferior a la perfección del poder divino y a tu plan divino que debería cumplirse este año.” Los niños verán la diferencia y acogerán la oportunidad de saldar este karma.
Pero cuando se ignora todo lo que está sucediendo, encontramos que las personas pueden pasarse todo un año recibiendo ese moméntum de karma y recreándolo. Las personas recrean el karma. Pueden pasarse todo un año distorsionando la llama del poder divino. Y con el cambio de ciclo, cuando esa llama y esa antorcha que deberían haberse enarbolado han de intercambiarse por la llama del amor divino en la línea de Acuario, al siguiente cumpleaños, la llama que no se enarboló no puede cambiarse por una nueva. Vemos así que la iniciación es acumulativa. Lo que ganamos en una línea debe llevarse a la siguiente, para convertirse en el cimiento para la maestría de esa línea.
Por lo tanto, al cumplir los 13 años el niño que ha usado correctamente la llama del poder divino la coloca en el altar; y el de poder divino le proporciona la maestría para reclamar el amor de Acuario y consolidar ese amor como pureza, como divinidad. Así pues, los 13 años es para el adolescente la prueba del amor en muchos aspectos. Es un tiempo en que se debe atesorar amor en el corazón, en que los padres preparados enseñarán al niño a elevar las energías que fluyen por el cuerpo, a liberar esa energía en el corazón, a expandir el del corazón, a comenzar a entender la vida como un sendero de servicio y a dar continuamente de forma amorosa para usar estas nuevas energías que están produciendo sentimientos nuevos dentro de su cuerpo. Estas energías pueden usarse para servir a la vida y durante este el niño puede adquirir un gran sentido de maestría o dominio de ese flujo.
Sin embargo, con la emisión de la llama del amor también regresa el karma del odio y de la leve antipatía, que son los abusos del amor, para su transmutación. Vemos que a los jóvenes de esta edad les gusta reunirse en grupos, pandillas y clubes, y se produce una estratificación en niveles sociales. A algunos se les deja fuera y a otros se les incluye, y se crean intensas afinidades y antipatías. Se mueven en grupos y existe la sensación de que algunos están dentro y otros fuera. Se da esa sustancia de intensidad en las relaciones. Desde luego todo esto puede disolverse con la alquimia del amor divino cuando padres y profesores están ahí para mostrar al chico cómo usar estas energías.
Avanzamos en el reloj y llegamos a los 14 años, en la línea de las 2, y encontramos que hay maestría que adquirir, especialmente sobre los incrementos de karma que llegan a esta edad, una edad muy importante, especialmente para el devoto nacido para obtener maestría divina en esta vida. La preparación para seguir el camino de y del supondrá un formidable baluarte en la vida del adolescente: comprender las enseñanzas de Jesús, sus palabras, sus consejos; entender a Jesús como el , el maestro de la era; comprender que podemos tener una comunión muy íntima con Jesús nos da la fortaleza para vencer la tentación, para caminar por el camino de la maestría. La dispensación de Piscis entera es el regalo que Jesús le hace al chico de 14 años. Como padres prudentes, procuraremos que nuestros hijos comprendan y desarrollen una relación muy personal con este amado maestro.
Con ese incremento de maestría divina y caminando con Jesús llega el incremento de karma que consiste en un moméntum de temor y duda, incluyendo todos los registros pasados de la experiencia e iniciación de la muerte. A los 14 años el adolescente afronta un gran tormento al enfrentar registros de muerte pasados. En este año observamos que en todo el mundo hay jóvenes que consideran incluso la posibilidad del suicidio así como también las formas de violencia que surgen de estos registros de muerte.
Al llegar a los 15 años, en la línea de las 3, el muchacho se reconoce a sí mismo como el Hijo: la percepción de sí mismo como el Cristo. Realmente entra en la percepción de que “¡YO SOY un !” No simplemente lo afirma, sino que comprende lo que significa ser un hijo de Dios. El emite un incremento, un moméntum, del ; la llama crística resplandece realmente a través del joven. Con la guía adecuada, incluso pueden suceder milagros en la vida de los jóvenes de esta edad, ya que son puros y de conciencia virginal. Tienen un contacto muy especial con las huestes angélicas, así como con y Jesús, que no han perdido desde que encarnaron, desde que eran pequeños y estaban en sintonía con el núcleo de fuego de la vida.
Cuando los jóvenes a los 15 años encarnan esa percepción y ese potencial del Cristo también se enfrentan a ese incremento de karma que es el ego, o . Vemos que es una edad en que los jóvenes cobran conciencia de sí como personalidades, poniendo a la personalidad y al ego por delante –con todas sus demandas y flirteos, su movimiento y su interacción– y descuidando el alma, descuidando el desarrollo de la llama crística.
A los 16 años se presenta la oportunidad suprema de construir y consolidar los talentos del jovencito en el plano de la tierra. Este año se ubica en el cuadrante mental. Es el año en que la aplicación en la escuela es muy importante; se hacen los preparativos y se toman las decisiones con respecto a la labor sagrada. “¿Qué voy a hacer con mi vida? ¿Cuál es mi plan divino? ¿Cómo voy a forjarme un futuro, para mí, para mi familia? ¿Cómo voy a manifestar los talentos de mi cuerpo causal?” La de Tauro le muestra todo esto al joven de 16 años. Y esta aplicación de la llama del amor al estudio producirá la recompensa de los cimientos necesarios para la vida.
Lamentablemente, a esta edad hay muchas distracciones. Además del incremento de la llama del amor y la obediencia divina que se recibe el día del cumpleaños está también el paquete de karma de todos los registros del pasado que los Señores del Karma requieren que el joven de 16 años transmute: rebelión, desobediencia, testarudez y desafío de la ley –la ley interna del ser. A los 16 años (e incluso antes) es cuando se produce la experimentación con todas las formas de abuso del cuerpo –ingestión de drogas, de sustancias y alimentos impuros–, lo cual constituye una aplicación incorrecta de la llama de la ley así como de la acción del amor en Tauro. Vemos que debido a la forma en que se establecen las bases de la civilización los jóvenes de esta edad que andan con jóvenes de su misma edad carecen de la guía necesaria para pasar las pruebas de esta línea; y generalmente hacen más karma del que saldan.
A los 17 años, en la línea de las 5, con la jerarquía de Géminis viene una intensificación de la sabiduría divina. Es una edad en que se puede cosechar mucho conocimiento del cuerpo causal, en que todas las jerarquías celestiales están a la espera de impartir al alma el legado de la esfera amarilla del cuerpo causal. El incremento de karma que aparece para ser transmutado este año es la envidia, los celos y la ignorancia de la ley. Vemos que cuando el individuo está orientado a la personalidad, y no se sale de esa órbita a partir de los 15 años, habrá envidias y celos y rivalidades por relaciones. En ocasiones esta energía todoconsumidora ocupa todo el tiempo del joven en relaciones con el sexo opuesto –tratando de definir si esto o aquello va a funcionar o no–, que forma parte de las pruebas de la jerarquía de Géminis, las de Géminis.
Si esta energía puede transmutarse y colocarse en la perspectiva adecuada, las relaciones adecuadas pueden producir la fusión de las energías para atraer una gran cantidad de sabiduría. La mente del joven de 17 años, cuando queda liberada de esas otras preocupaciones de la personalidad, tiene una asombrosa capacidad para recibir información, estudiar y lograr cosas, especialmente para llevar a cabo la .
A los 18 años, en la línea de las 6, llegan las pruebas de la llama de la armonía divina y de la Madre Divina. Los 18 años marcan el comienzo de un ciclo de tres años: 18, 19 y 20, en que el adquiere prominencia y recibe pruebas con la sustancia kármica lista para ser transmutada y que tiene que ser consumida si queremos alcanzar la maestría bajo las jerarquías de Cáncer, Leo y Virgo. El karma que se presenta con Cáncer es la indecisión, la autocompasión y la autojustificación; compadecerse de uno mismo por no haber sido aceptado en la universidad, por no avanzar hacia nuevas oportunidades igual que los demás; compadecerse de uno mismo por los propios fracasos, el desperdicio de energía, la incapacidad de tomar una decisión. “¿Qué voy a hacer con mi vida? Ya salí de la escuela. ¿Adónde voy a ir?”
El dominio de este flujo es necesario para proseguir hacia estudios superiores en instituciones educativas avanzadas, que los maestros han destinado como punto focal para la recepción de la cultura de la Madre Divina. Los años de escuela secundaria y preparatoria están destinados a la recepción de las energías del Ser Crístico, la . El ingreso en la universidad, en una escuela técnica, en una escuela de comercio o en algún tipo de preparación después de la escuela preparatoria es un tiempo para recoger de la mano de la Madre el conocimiento de la labor sagrada y completar esta preparación en los cuatro años que culminan en la línea del .
Y cuando llegamos a la línea del Espíritu Santo después de esa preparación, es el momento de salir al mundo de la forma para dejar nuestra marca, para conseguir un empleo con el que precipitaremos con nuestras propias manos, con el uso correcto de nuestras energías, aquello que estamos destinados a manifestar en esta vida. Los 21, 22 y 23 años son periodos en los que podemos recibir preparación avanzada, adquiriendo, en la fases del trabajo posteriores a la graduación, la maestría en los incrementos del Espíritu Santo; o bien, habiendo terminado nuestra formación, ir a ocupar nuestro lugar en la comunidad mundial.
Ahora bien, los abusos de estas líneas que hay que vigilar en estos años son: a los 19 años, bajo la jerarquía de Leo, ingratitud y perturbación en el en forma de cierta ansiedad y tensión nerviosa que se presentan. Luego, a los 20, la maestría de Virgo: sentido de injusticia, de injusticia humana, la indignación ocasionada por ciertas experiencias o por ciertos individuos con los que se interactúa y que uno siente que han sido injustos. Es el momento de asumir causas sociales, la justicia o la injusticia sociales. Es el momento de ser precavidos y no derrochar el incremento de dado por Virgo para la justicia divina quedando totalmente atrapados en un sentido de injusticia por el que recreamos y amplificamos las injusticias en nuestra vida personal y en el planeta.
A los 21 vuelven las pruebas de Libra, de la realidad divina. En esta línea encontramos la perversión de Libra, de la realidad, como irrealidad. Es ese engaño –la superchería, la intriga, la traición– que el ego utiliza para justificar su postura. Debemos de tener cuidado y corregir en los niños la tendencia a mentir, a decir mentirillas, a exagerar los hechos a manera de medio distorsionarlos para darnos por nuestro lado. Y debemos tener cuidado de no permitir a nuestra imaginación que nos haga creer que poseemos un grado de realización espiritual que no tenemos o que nos haga justificar la traición deliberada de las normas sociales en detrimento de la interacción entre corrientes de vida.
Los 22 años, el año de Escorpión, es la edad de las pruebas del fuego sagrado, las pruebas del uso de la energía sexual, que por supuesto se presentan en toda la adolescencia. Pero en este año las pruebas llegan con el descenso del karma de múltiples abusos del fuego sagrado en el pasado. Es también el año en que las personas fundan una familia. Es un año para adquirir la maestría del flujo del y utilizar esa energía para traer niños al mundo. Es el año de la visión, de ver nuestro plan de vida, de esculpir esa visión, de elegir al compañero de vida.
El moméntum de egoísmo del pasado es muy fuerte en este año. Debemos procurar no basar nuestra vida, nuestros planes, nuestro matrimonio en el egoísmo, en un amor posesivo. Las asociaciones basadas en un karma residual que no se transmute no serán duraderas. Debemos invocar el fuego sagrado de la jerarquía de Escorpión y del Elohim Ciclopea para una visión clara, para la transmutación de estos malos usos de la energía y poder tomar nuestras decisiones basándonos en una visión clara.
Finalmente, para completar este segundo ciclo de 12 años al cumplir 23, tenemos a la jerarquía de Sagitario dándonos el ímpetu para la victoria de la vida. Oponiéndose a esta victoria está el dragón de la mente carnal: nuestra propia creación humana simbolizada por el dragón en el libro del Apocalipsis. Y esta energía llega con un moméntum de resentimiento, de venganza y de revancha. A los 11 años, cuando jugamos es cuando mostramos la hostilidad y la crueldad que caracterizan a los niños: las peleas, el resentimiento, la venganza, el ajuste de cuentas a fulanito o a menganito porque me hizo esto o aquello. Pues bien, esta situación vuelve a los 23 años. Y debemos procurar que el resentimiento, en la forma sutil de furia silenciosa, no nos quite la corona de la victoria, que es una emisión de dorada y victoriosa iluminación.
Dios es un Espíritu y el alma es el potencial vivo de Dios. La petición de libre albedrío que el alma hizo y su consiguiente separación de Dios tuvieron como consecuencia el descenso de este potencial al estado carnal inferior. Sembrada en deshonor, el alma está destinada a elevarse con honores a la plenitud de ese estado divino que es el Espíritu único de toda Vida. El alma puede perderse; el Espíritu no puede morir.
El alma permanece como un potencial que ha caído a niveles más bajos de vibración y de conciencia, y debe ser imbuida de la realidad del Espíritu, purificada por medio de la oración y la súplica y devuelta a la gloria de la cual descendió y a la unidad del Todo. Esta reunión del alma con el Espíritu es el matrimonio alquímico, que determina el destino del ser y lo convierte en uno con la Verdad inmortal. Cumplido este ritual, el Ser superior se corona Señor de la Vida y se descubre que el potencial de Dios realizado en el hombre es el Todo-en-todo.
(sánscrito: “acto, acción, obra”). El karma es energía/conciencia en acción; la ley de causa y efecto y retribución. Llamada también ley del círculo, que decreta que cualquier cosa que hagamos completará un círculo y regresará a nuestra puerta para resolución. Pablo dijo: “Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” Newton observó: “Para toda acción hay una reacción igual y opuesta.” La ley del karma requiere que el alma reencarne hasta que todos los ciclos kármicos se hayan saldado. Así, de una vida a la siguiente el hombre determina su destino por sus acciones, incluyendo sus pensamientos, sentimientos, palabras y obras. Saint Germain enseña el sendero acelerado de la transmutación del karma con la llama violeta del Espíritu Santo y trascendiendo las rondas de renacimiento a través del sendero de la cristeidad individual que conduce a la ascensión demostrada por Jesús.
Gálatas 6:7
Uno de los cuatro cuerpos inferiores del hombre, que corresponde al elemento fuego y al primer cuadrante de la Materia. Llamado envoltura del alma, sustenta el arquetipo del plan divino y la imagen de la perfección crística que está llamada a representar en el mundo de la forma. Llamado también cuerpo de la memoria.
Sanat Kumara anunció el primer día del año de 1985 que la tierra había recibido una nueva capa etérica conteniendo el registro y el arquetipo del plan divino original del planeta. También anunció que la oportunidad de que el mundo restaurara la era deoro nunca había sido mayor.Los seres ascendidos que componen el Consejo Kármico. Su nombre y el rayo que representan en él son los siguientes: primer rayo, el Gran Director Divino; segundo rayo, la Diosa de la Libertad; tercer rayo, la Maestra Ascendida Nada; cuarto rayo, el Elohim Ciclopea; quinto rayo, Palas Atenea, Diosa de la Verdad; sexto rayo, Porcia, Diosa de la Justicia; séptimo rayo, Kuan Yin, Diosa de la Misericordia.
Los Señores del Karma administran la justicia en este sistema de mundos, y adjudican karma, misericordia y juicio a todas las corrientes de vida. Todas las almas deben pasar delante del Consejo Kármico antes y después de cada encarnación en la tierra; reciben su asignación y su porción kármica para cada periodo de vida por anticipado y luego se pasa revista a su actuación al terminar. Gracias al Guardián de los Pergaminos y a los ángeles registradores, los Señores del Karma tienen acceso al registro completo de cada corriente de vida encarnada en la tierra. Ellos determinan quién ha de encarnar, así como cuándo y dónde. Asignan a las almas a una comunidad o a una familia, sopesando cuánta carga de karma debe saldarse, en cumplimiento de cada “punto y tilde” de la ley. El Consejo Kármico, en consonancia con la Presencia YO SOY y el Ser Crístico individuales, determina cuándo se ha ganado el alma finalmente el derecho a quedar libre de la rueda de karma y de las rondas de renacimiento.
Los Señores del Karma se reúnen en el retiro del Royal Teton dos veces al año, en los solsticios de invierno y de verano, para revisar peticiones de la humanidad no ascendida y para otorgar dispensaciones con el fin de asistirla.
[Los maestros ascendidos utilizan continuamente la palabra momentum en sus enseñanzas, con el significado original del término, que en inglés es “la fuerza del movimiento [motion] adquirida por un objeto en movimiento [moving] como resultado de la prolongación de [dicho] movimiento [motion]” (traducido de Webster Third International Dictionary).
La palabra momentum en latín significa “movimiento” y fue usada por el físico y matemático Isaac Newton (1643-1727) para describir un cuerpo en movimiento. El latín era la lengua de uso en las universidades europeas a la sazón. Hoy este concepto se llama “movimiento lineal” o “momento lineal”. Se representa por una p y su fórmula es p = m * v, donde m = masa, v = velocidad. Cuando damos un impulso a un objeto, éste empieza a moverse. La Primera Ley del Movimiento de Newton dice que si se retira el impulso el objeto sigue moviéndose a una velocidad constante. Para parar el objeto hay que aplicar una fuerza. Mientras más pesado el objeto (más masa), más fuerza se requiere para detenerlo. Asimismo, mientras más rápido va el objeto (más velocidad), más difícil resulta detenerlo.
La palabra momentum es una deformación de movimentum, formada por el verbo movere (“mover”) y el sufijo -entum, equivalente a -ento en español, que en este caso indica estado físico.
Podría traducirse por “momento”, pero para evitar confusión con el significado más común de este término (un instante de tiempo) hemos dejado siempre “moméntum” en nuestras traducciones. Es el equivalente de lo que algunos traducen por "impulso acumulado".]
Al estudiar estos reinos de la jerarquía también aprendemos algo acerca de cómo aplicamos la llama que está en nuestro corazón. Aprendemos, entonces, que es la energía del rayo azul, el impulso [thrust] del poder, la que da ímpetu [impetus] a la idea contenida en la mente de Dios. Sin ese impulso de energía, la idea carece de moméntum [momentum]. Es como la flecha lanzada desde el arco. Es la energía para estirar la cuerda hacia atrás la que da moméntum a la flecha que es la idea de Dios dirigiéndose a la manifestación.
Hay cinco chakras menores correspondientes a los cinco rayos secretos y un total de 144 centros de luz en el cuerpo del hombre. Véase Tabla de los chakras , El aura humana II, de Djwal Kul.
(griego: Christos, “ungido”). Mesías (hebreo y arameo: “ungido”); “el Ungido”, aquel que es investido e infundido o ungido de la luz (el Hijo) de Dios. La Palabra, el Logos, la Segunda Persona de la Trinidad: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad… Aquél era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene al mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por él y el mundo no le conoció.” En la Trinidad hindú de Brahma, Vishnu y Shiva, el término “Cristo” corresponde a la encarnación de Vishnu, el Preservador; avatara, hombre Dios, el que despeja la oscuridad, guru.
El Cristo Universal es el mediador entre los planos del Espíritu y los planos de la Materia; personificado como el Santo Ser Crístico, es el mediador entre el Espíritu de Dios y el alma del hombre. El Cristo Universal sostiene el nexo (el flujo en forma de ocho) de la conciencia a través del cual las energías del Padre (Espíritu) pasan a sus hijos para la cristalización (inglés: Christ-realization: realización crística) de la Llama de Dios por el esfuerzo de su alma en el vientre cósmico (la matriz) de la Madre (Materia). A este proceso se le llama materialización (inglés: Mater-realization: realización en la Materia), “El Descenso”. El proceso por el cual las energías de la Madre aglutinadas en el alma pasan a través del nexo de la conciencia crística hacia el Padre es la aceleración llamada espiritualización (inglés: Spirit-realization: realización en el Espíritu), “El Ascenso”. Otro nombre que se le da al proceso mediante el cual la energía del alma regresa de la Materia al Espíritu es sublimación (inglés: sublimation: sublime action: acción sublime) o transmutación. Siendo ya una con el Hijo, el alma experimenta la consumación de este proceso como la ascensión, la unión con el Espíritu de la Presencia YO SOY, el Padre. La ascensión es el cumplimiento en el cielo de la promesa de Jesús en la tierra: “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros… El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos con él morada.”
La fusión de las energías de la polaridad positiva y negativa de la Divinidad en la creación ocurre a través del Cristo Universal, el Logos sin el cual “nada de lo que es fue hecho”. El flujo de luz del macrocosmos hacia el microcosmos, del Espíritu (la Presencia YO SOY) al alma y de regreso siguiendo la espiral en forma de ocho, se cumple a través de este bendito Mediador que es Cristo, el SEÑOR, la verdadera encarnación del YO SOY EL QUE YO SOY. Ya que Jesús es esa Palabra encarnada, puede decir: “El YO SOY es [el YO SOY en mí es] la Puerta Abierta [al cielo y a la tierra] que ningún hombre puede cerrar”, y “Todo el Poder me es dado [a través del YO SOY en mí] en el cielo y en la tierra”, y también “He aquí, YO SOY [el YO SOY en mí está] vivo por siempre –como Arriba, así abajo– y tiene las llaves del reino de los cielos y las llaves de la muerte y el infierno, y a quienquiera que el Padre quiera yo se las doy, y son dadas en su nombre”. Esto que aún hoy afirma el maestro ascendido Jesucristo también lo afirma para nosotros nuestro Santo Ser Crístico. Así, el Cristo Universal del Hijo único y de los muchos efectivamente mediatiza la Presencia del YO SOY hacia nosotros a través de nuestro propio y amado Santo Ser Crístico. Ésta es la verdadera comunión con el Cristo Cósmico cuyo Cuerpo (Conciencia) fue “partido”, compartido, individualizado para cada hijo del corazón del Padre. Los Hijos de Dios son depositarios de la Máxima Luz para los que aún son criaturitas en Cristo.
El término “Cristo” o “ungido del Cristo” también denota un cargo en la jerarquía que ocupan los que han alcanzado la automaestría en los siete rayos y los siete chakras del Espíritu Santo. La maestría crística incluye equilibrar la llama trina (los atributos divinos de poder, sabiduría y amor) para la armonización de la conciencia y la implementación de la maestría de los siete rayos en los chakras y en los cuatro cuerpos inferiores mediante la Llama de la Madre (la kundalini elevada). En la hora designada para la ascensión, el alma así ungida eleva la espiral de la llama trina desde abajo de los pies, pasando por toda la forma, para la transmutación de todo átomo y célula de su ser, conciencia y mundo. La saturación y la aceleración de los cuatro cuerpos inferiores y el alma mediante esta luz transfiguradora de la llama crística ocurre en parte durante la iniciación de la transfiguración, se incrementa con la resurrección y adquiere plena intensidad durante el ritual de la ascensión.
El Ser Crístico individual, el Cristo personal, es el iniciador de toda alma viviente. Cuando el individuo pasa estas diversas iniciaciones en el sendero de la cristeidad, incluyendo “dar muerte al morador del umbral”, se gana el derecho a que se le llame ungido del Cristo así como hijo o hija de Dios. Hay quienes, en eras pasadas, se ganaron semejante título y comprometieron esa culminación o no lograron manifestarla en encarnaciones subsiguientes. En esta era el Logos los requiere para que manifiesten su maestría divina interna y la perfeccionen en el plano físico mientras están en encarnación física. Por lo tanto, para asistir a los hijos e hijas de Dios en hacer que su manifestación sea conmensurable con su luz interior, los maestros de la Gran Hermandad Blanca han dado sus enseñanzas a través de los maestros ascendidos y de sus mensajeros en este siglo [XX]. Y Saint Germain fundó la Fraternidad de Guardianes de la Llama, a través de la cual envía lecciones mensuales graduadas a los miembros de esta orden, dedicada a guardar la llama de la Vida en todo el mundo. Antes de pasar con éxito las iniciaciones del discipulado, se hace referencia al individuo como hijito de Dios, en contraste con el término “Hijo de Dios”, que denota la plena cristeidad, en la cual el alma, en y como Hijo del hombre, se ha fundido en el Hijo de Dios siguiendo el ejemplo de Jesucristo.
Con la expansión de la conciencia crística, el ungido del Cristo avanza para alcanzar la realización de la conciencia crística en el nivel planetario y es capaz de sostener el equilibrio de la llama crística para las evoluciones del planeta. Cuando logra esto, asiste a los miembros de la jerarquía celestial que prestan su servicio en el cargo de Instructores del Mundo y al Cristo planetario. Véase Gráfica de tu Ser Divino, Jesús.
Juan 1:1-4; 14:20, 23. Cf. Apocalipsis 3:8; Mateo 28:18; Apocalipsis 1:18
Romanos 8:7
cósmica. La cadena universal de seres libres en Dios individualizados que cumplen con los atributos y los aspectos de la infinita Individualidad de Dios. Dentro del esquema de la jerarquía cósmica están los Logos Solares, los Elohim, los Hijos e Hijas de Dios, maestros ascendidos y maestros no ascendidos con sus círculos de chelas, seres cósmicos, las doce jerarquías solares, arcángeles y ángeles del fuego sagrado, hijos de la luz, espíritus de la naturaleza (los elementales) y llamas gemelas de la polaridad de Alfa y Omega que patrocinan sistemas planetarios y galácticos.
Esta orden universal de la propia Auto-Expresión del Padre es el medio por el cual Dios, en el Gran Sol Central, desacelera la Presencia y el poder de Su ser/conciencia universal para que las evoluciones sucesivas en el tiempo y el espacio, de la más pequeña a la más grande, puedan llegar a conocer el milagro de Su amor. El nivel de realización espiritual/física de un individuo –medida por la autopercepción equilibrada, “oculta con el Cristo en Dios”, y que con Su amor demuestra Su Ley en el cosmos del Espíritu y la Materia– es el criterio que establece dónde está colocado el individuo en la escala de la vida llamada jerarquía.
En el siglo III, Orígenes de Alejandría describió su concepción de una jerarquía de seres que va de los ángeles a los seres humanos, a los demonios y las bestias. El conocido erudito y teólogo de la Iglesia primitiva, que expuso la piedra angular de la doctrina de Cristo, y sobre cuyas obras los subsiguientes padres de la Iglesia, doctores y teólogos edificaron sus tradiciones, enseñaba que a las almas se les asignan sus respectivos cargos y deberes con base en acciones y méritos pasados, y que cada una tiene la oportunidad de subir o de bajar de rango. Muchos seres de la jerarquía celestial están nombrados en el libro del Apocalipsis. Aparte de la falsa jerarquía del Anticristo, que incluye a los ángeles expulsados, algunos de los miembros de la Gran Hermandad Blanca enlistados por Jesús son Alfa y Omega, los siete Espíritus, los ángeles de las siete iglesias, los Veinticuatro Ancianos, las cuatro bestias, los santos vestidos de blanco, los Dos Testigos, el Dios de la Tierra, la Mujer vestida del Sol y su Niño-Hombre, el arcángel Miguel y sus ángeles, el Cordero y su esposa, los ciento cuarenta y cuatro mil que llevan el nombre del Padre escrito en la frente, el ángel del Evangelio Eterno, los siete ángeles (esto es, los arcángeles de los siete rayos) parados delante de Dios, el ángel vestido de nube y con un arco iris sobre la frente, los siete truenos, El Fiel y Verdadero y sus ejércitos, y aquel que estaba sentado en el gran trono blanco. Véase Elohim.
La Tercera Persona de la Trinidad; la omnipresencia de Dios; las lenguas hendidas de fuego que focalizan a Dios Padre-Madre, también llamado el fuego sagrado; las energías de Vida que animan a un cosmos. En la Trinidad hindú de Brahma, Vishnu y Shiva, el Espíritu Santo corresponde a Shiva, conocido como el Destructor-Liberador porque su amor que todo lo consume, cuando se invoca en los planos de la Materia, ata a las fuerzas del mal y transmuta la causa y el efecto de las creaciones erróneas de los hombres, liberándolos de la prisión de su karma y de los seres oscuros que la habitan. El prana es la esencia del Espíritu Santo que ingerimos con el aliento del fuego sagrado a través de los chakras para nutrir a los cuatro cuerpos inferiores. El Espíritu Santo es el foco del equilibrio del Dios Padre-Madre en el núcleo de fuego blanco del ser. El exorcismo de los espíritus malignos y de las entidades impuras se realiza mediante el fuego sagrado del Espíritu Santo, en el nombre del Cristo y del YO SOY EL QUE YO SOY. Los nueve dones del Espíritu Santo son poderes que se otorgan a los siervos del Señor para atar a la muerte y el infierno y realizar Sus obras en la tierra.
La Persona y la Llama del Espíritu Santo es el Consolador que Jesús prometió que vendría cuando nuestro Señor nos dejara –a iluminarnos, a instruirnos y a hacernos recordar todas las cosas que el amado Jesús nos ha enseñado, tanto en la tierra como en el cielo. Cada vez que un hijo o hija de Dios asciende a la Presencia del YO SOY EL QUE YO SOY, el Espíritu Santo desciende para llenar el vacío y magnificar la Presencia del Señor en la tierra. Es éste el ritual del descenso del Espíritu Santo prometido por Jesús a sus discípulos cuando el Maestro dijo: “Permaneced en la ciudad de Jerusalén hasta que seáis dotados del poder de las alturas”, cosa que ocurrió en Pentecostés después del ascenso de Jesús al cielo.
El representante de la llama del Espíritu Santo para las evoluciones de la tierra es el maestro ascendido que ocupa el cargo de Maha Chohán . El Espíritu Santo es la Personalidad Impersonal de la Divinidad y está ubicada en el lado occidental de la Ciudad Cuadrangular. Véase Gráfica de tu Ser Divino.
1 Corintios 12:4-11; Juan 14:16, 26; 16:7; Lucas 24:49, 51; Marcos 16-19; Hechos 2:1-4
La luz espiritual es la energía de Dios; el potencial del Cristo. Como personificación del Espíritu, el término “Luz” puede utilizarse como sinónimo de los términos “Dios” y “Cristo”. Como esencia del Espíritu es sinónimo de “fuego sagrado”. Es la emanación del Gran Sol Central y de la Presencia YO SOY individualizada, y la Fuente de toda vida. Es lo que enciende la chispa divina, porque la Luz verdadera alumbra a toda manifestación de Dios que debe descender a un mundo oscurecido. El portador de Luz es el que desplaza la Oscuridad, y la Luz de su Presencia YO SOY proviene de los reinos del Día Eterno.
Juan 1:7-9