► diagramas y cálculos
El primer ciclo de doce años
En el trazo de nuestro reloj, en la línea de las 12, coloquen el día, el mes y el año de su nacimiento. Si nacieron el 4 de julio, escriban 4 de julio en la línea de las 12. A la hora en que nacieron comenzó su primera iniciación, la iniciación de la de Capricornio, del poder divino. El impulso inicial de poder divino fue su primer aliento y su primer llanto, y la iniciación que pasaron fue apoderarse de la llama de la vida, tomarla y reclamarla como propia (como bien saben, desafortunadamente algunos no pasan esta prueba). Durante todo el primer año de vida sirvieron bajo el y las jerarquías de Capricornio, probando el poder que se manifiesta al estirar los miembros, en el flujo de la energía del corazón, en la operación exacta del .
Al cumplir el año llegó la primera iniciación de esta vida bajo la jerarquía de Acuario, y el amor divino llenó su alma de un nuevo milagro. Su identificación con el amor y con los seres queridos se incrementó. Al cumplir los 2 años llegan las iniciaciones de Piscis en el elemento agua. Es una prueba en el cuerpo etérico del flujo del agua: las emociones. Es la llama de la maestría divina. En este año se dominan muchas cosas. Los científicos nos dicen que aprendemos más en este año –de hecho en los primeros años– que en ninguna otra época de nuestra vida. Así, la llama de la maestría divina le llega con un gran impulso al niño de 2 años que está deseoso de dominar cualquier cosa que tiene a la vista.
Al cumplir los 3 años llega la percepción del Niño Cristo. El niño adquiere un extraordinario sentido de identidad, de “YO SOY QUIEN YO SOY”, la conciencia del nombre y el “¡quiero hacer todo solito!” Es el desarrollo del ego; es el naciente en el niño. El mayor error que los padres pueden cometer es hacer por el niño lo que él diligentemente quiere hacer por sí mismo; y cuando el niño llore porque ustedes hicieron algo en su lugar, desháganlo rápidamente y dejen que lo haga solo. Es sumamente importante que la llama de la individualidad se desarrolle en este tercer año bajo la jerarquía de Aries. Se está focalizando el equilibrio para toda una vida. Mientras tanto, los registros se están grabando en el , y todo lo que ocurra en estas líneas –todas las impresiones, todos los sonidos que percibamos, las interacciones con la vida– va a parar al registro de los .
En el cuarto año llegan las pruebas de la jerarquía de Tauro. Nos estamos precipitando cada vez más en lo físico, adquiriendo maestría de lo físico. Hay ahora esa cierta testarudez que ayuda a completar la llama de la individualidad, la testarudez que no es una testarudez perjudicial. Es una voluntad de ser, de tener una identidad separada, de forjar esa mente que está comenzando a funcionar. Los niños ya leen y trabajan con los números. Están adquiriendo maestría sobre el elemento físico, el plano de la tierra de Tauro. El año entero está marcado por esta energía.
Como vemos en el círculo que muestra las llamas trinas, Tauro es un signo de amor (figura 5). Por amor precipitamos determinación; en realidad se trata de una determinación en el alma del niño a avenirse a la ley del ser interno. El problema aquí es que no todos los niños tienen el sentido de la ley interna, y se les imponen desde fuera leyes que la sociedad, los padres y la escuela consideran más importantes que la ley interna del niño. El niño toma, así, sobre sí, línea tras línea, cualquier cosa con la que entre en contacto y compone la ley de su vida en los planos subconsciente y consciente.
Durante este periodo, y ya antes, el sistema Montessori [7] puede proporcionarle al niño el contacto con la ley interna; pero muchas otras experiencias educativas que los niños tienen a esta edad van en su propio detrimento, experiencias que separan al niño de su contacto con la ley interna de la vida. Esto se convertirá en un patrón establecido para toda la vida, para bien o para mal. Los ciclos llegan; el sigue su curso.
Al cumplir 5 años el niño está bajo la jerarquía de Géminis, con pruebas de sabiduría de la mente crística. Es un signo de aire. El desarrollo mental se incrementa. El niño es precoz, quiere aprender. La mayoría de los sistemas educativos detienen al niño con juegos diciendo que “¡eso es lo que hacen los niños!” Pero María Montessori descubrió que los niños son brillantes, tienen un tremendo deseo de aprender y poseen las claves con las que pueden efectivamente aprender. Aunque no lo describió de esta forma, en su sistema demuestra que los niños pueden atraer desde su y desde la la genialidad interior del .
En la línea de las 6, al cumplir 6 años, el niño aprende bajo la jerarquía de Cáncer el flujo de las energías en movimiento, el flujo de la armonía. Es una época en que los padres deben procurar que al niño no se le permita hacer rabietas ni lanzar energía para controlar a los demás. Durante los siguientes tres años el niño estará experimentando con el y el flujo de energía: ¿en qué casos puede salirse con la suya? ¿Qué puede hacer con la energía?
El niño descubre que si arroja energía por el plexo solar o chillando puede dominar a todo un grupo de adultos. Se vuelve entonces muy poderoso y en ese momento comienza a controlar a su madre. Éste es el momento en que la madre al igual que el padre deben definir sus posturas y en que el niño debe aprender a controlar la energía en movimiento [emoción]. Muchas de las herramientas del sistema Montessori enseñan esto, este control que se extiende al y al y establece los patrones correctos en el .
A los 7 años el niño se enfrenta de nuevo con una acción de amor bajo Leo y la maestría en la gratitud divina: aprendiendo modales, aprendiendo a ser cortés, aprendiendo a decir “gracias”, desarrollando una conciencia de la acción y la interacción sociales. En la línea de las 8 la jerarquía de Virgo consolidar en este signo de tierra la llama de la justicia divina, la homogeneidad del flujo de energía en los cuatro cuerpos inferiores. A los 9 años el niño llega otra vez a un nuevo incremento de percepción, percepción de la vida como el y como la llama de la realidad divina. Le llega aquí una mayor medida de independencia y los padres deben cuidar que al niño se le enseñe qué es real y qué no lo es.
Existe una confusión ocasionada por los medios de comunicación actuales que muestran a los niños todo tipo de dibujos animados, historias y fantasías con las que se identifican, entrando y saliendo del , de lo ilusorio. Aquí definimos la realidad. Y vemos que en nuestras instituciones educativas hay también un deseo de definir la realidad. Pero en su ignorancia los educadores le dicen a nuestros niños que lo que es irreal es real y que lo que es real es irreal. Mis hijos volvieron a casa un día contándome que su profesor les había dicho: “Los ángeles no existen. No hay ningún Dios. Nadie cree ya en Dios.” Esto demuestra la importancia del papel de los padres, que deben reafirmar la realidad y los estándares del Espíritu Santo, la llama cósmica del honor que debe inculcarse en este ciclo inicial.
Los 10 años marcan la visión divina, donde se lidia con las energías de Escorpión, la prueba del diez, la abnegación, una lección en dar, una lección también en el elemento agua. A los 11 años, el año de la llama de la victoria divina –una llama de luz, una llama de iluminación–, se lidia con las energías de Sagitario, el fuego de Sagitario que consolida en el cuadrante físico el signo de la victoria, el desarrollo del cuerpo físico.
Cada periodo de doce años marca un ciclo del reloj cósmico. A los 12 años el niño vuelve al punto de partida ahora con un conjunto de registros que enfrentar desde el primer giro del reloj. En un nuevo ciclo de poder divino que surge a través de los cuatro cuerpos inferiores el niño enfrenta las iniciaciones de la pubertad en la línea de las 12 así como todos los registros de las impresiones de su primer año de su vida.
Ahora bien, la línea de las doce también marca el año en que desciende el primer incremento de karma de encarnaciones pasadas. A menos que el niño sea un alma avanzada, un iniciado, o a menos que haya solicitado que el se le entregue antes, el plan de los es permitir que los padres y profesores tengan doce años para correlacionar en la conciencia del niño el diseño original de vida, la maestría de la mente, los valores de la cultura, los valores de la religión, todas las cosas apropiadas que los niños deberían aprender y que son el legado de miles de años de cultura de este planeta.
Desafortunadamente, los padres de hoy día suelen ignorar esta cultura y esta enseñanza. Nuestras instituciones educativas no la encarnan, y en muchas ocasiones vemos que en los primeros doce años de la vida de un niño se hace más daño que bien. Sin embargo, estos doce años son la oportunidad suprema para pasar a los niños la antorcha de todos los valores que más valoramos, el conocimiento espiritual y una comprensión del cosmos. María Montessori descubrió que a los niños pequeños les fascinan la astronomía y el estudio de las estrellas porque tienen un sentido de la medida del infinito. También les intrigan las matemáticas, la física y la química.
[7] Véanse los siguientes libros de Maria Montessori El secreto de la infancia, El descubrimiento del niño, El niño en la familia, La mente absorbente y Educación infantil, así como Maria Montessori: su vida y su obra, de E.M. Standing.
Las actividades mentales justo por debajo del umbral de la conciencia que fácilmente pueden llevarse a la conciencia.
Reloj cósmico: la ciencia de graficar los ciclos del karma y las iniciaciones del alma en las doce líneas del reloj bajo las Doce Jerarquías Solares. Enseñada por la Madre María a Mark Prophet y Elizabeth Clare Prophet para que los hijos e hijas de Dios regresen a la Ley del Uno y a su punto de origen más allá de los mundos de la forma y de la causalidad inferior.
El cuerpo de la Primera Causa; siete esferas concéntricas de luz y conciencia que se interpenetran y que rodean a la Presencia YO SOY en los planos más altos del Espíritu, cuyo moméntum, incrementado por las palabras y las obras buenas del SEÑOR manifestadas por el alma en todas sus vidas pasadas, es accesible hoy en todo momento, según lo necesitemos. Nuestros recursos espirituales y nuestra creatividad —talentos, gracias, dones y genio, almacenados debido a un servicio ejemplar en los siete rayos— pueden ser atraídos desde el cuerpo causal con invocaciones a la Presencia YO SOY en el nombre del Ser Crístico. Además de ser el lugar donde nos “hacemos tesoros en el cielo” —el almacén de toda cosa buena y perfecta que forma parte de nuestra verdadera identidad—, las grandes esferas del cuerpo causal son el lugar de morada de Dios el Altísimo al que Jesús se refirió cuando dijo: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay… voy, pues, a preparar lugar para vosotros… Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo: para que donde yo estoy [ahí donde YO, el Cristo encarnado, SOY en la Presencia YO SOY] vosotros también estéis.” El cuerpo causal es la mansión, o morada, del Espíritu del YO SOY EL QUE YO SOY al cual el alma retorna a través de Cristo Jesús y el Ser Crístico individual en el ritual de la ascensión. Pablo se refería al cuerpo causal como la estrella de la individualización de la Llama de Dios de todo hombre cuando dijo: “porque una estrella es diferente de otra en gloria”. Véase Gráfica de tu Ser Divino.
Mateo 6:19-21; Juan 14:2; 3:1; 1 Corintios 15:41
Dios es un Espíritu y el alma es el potencial vivo de Dios. La petición de libre albedrío que el alma hizo y su consiguiente separación de Dios tuvieron como consecuencia el descenso de este potencial al estado carnal inferior. Sembrada en deshonor, el alma está destinada a elevarse con honores a la plenitud de ese estado divino que es el Espíritu único de toda Vida. El alma puede perderse; el Espíritu no puede morir.
El alma permanece como un potencial que ha caído a niveles más bajos de vibración y de conciencia, y debe ser imbuida de la realidad del Espíritu, purificada por medio de la oración y la súplica y devuelta a la gloria de la cual descendió y a la unidad del Todo. Esta reunión del alma con el Espíritu es el matrimonio alquímico, que determina el destino del ser y lo convierte en uno con la Verdad inmortal. Cumplido este ritual, el Ser superior se corona Señor de la Vida y se descubre que el potencial de Dios realizado en el hombre es el Todo-en-todo.
El reino de los cielos. El plano más elevado en la dimensión de la Materia; plano tan concreto y real (y más todavía) que el plano físico pero que se experimenta a través de los sentidos del alma en una dimensión y una conciencia más allá de la percepción física. El plano en que los registros akáshicos de la evolución completa de la humanidad se plasman individual y colectivamente. Es el mundo de los maestros ascendidos y sus retiros, ciudades etéricas de luz donde las almas de un orden mayor de evolución moran entre una encarnación y otra. Es el plano de la realidad libre de la sociedad sórdida, pecaminosa y enferma que los hombres y los demonios han conformado en los planos terrenales. Aquí la era de oro está en curso. El Amor es la plenitud de la Presencia de Dios por doquier, y los ángeles y los elementales, junto con los niños de Dios, sirven en armonía para manifestar el reino del Cristo en la Era Universal, por los siglos de los siglos. Como tal, es el plano de transición entre los reinos terrenal/celestial y el reino de Dios, el Espíritu, o Absoluto.
El plano etérico inferior se traslapa con los cinturones astral, mental y físico. Está contaminado por estos mundos inferiores ocupados por la falsa jerarquía y la conciencia de masas que ésta controla, incluidas sus matrices y emociones (inglés: e-motions = energies in motion, “energías en movimiento”).
La Tercera Persona de la Trinidad; la omnipresencia de Dios; las lenguas hendidas de fuego que focalizan a Dios Padre-Madre, también llamado el fuego sagrado; las energías de Vida que animan a un cosmos. En la Trinidad hindú de Brahma, Vishnu y Shiva, el Espíritu Santo corresponde a Shiva, conocido como el Destructor-Liberador porque su amor que todo lo consume, cuando se invoca en los planos de la Materia, ata a las fuerzas del mal y transmuta la causa y el efecto de las creaciones erróneas de los hombres, liberándolos de la prisión de su karma y de los seres oscuros que la habitan. El prana es la esencia del Espíritu Santo que ingerimos con el aliento del fuego sagrado a través de los chakras para nutrir a los cuatro cuerpos inferiores. El Espíritu Santo es el foco del equilibrio del Dios Padre-Madre en el núcleo de fuego blanco del ser. El exorcismo de los espíritus malignos y de las entidades impuras se realiza mediante el fuego sagrado del Espíritu Santo, en el nombre del Cristo y del YO SOY EL QUE YO SOY. Los nueve dones del Espíritu Santo son poderes que se otorgan a los siervos del Señor para atar a la muerte y el infierno y realizar Sus obras en la tierra.
La Persona y la Llama del Espíritu Santo es el Consolador que Jesús prometió que vendría cuando nuestro Señor nos dejara –a iluminarnos, a instruirnos y a hacernos recordar todas las cosas que el amado Jesús nos ha enseñado, tanto en la tierra como en el cielo. Cada vez que un hijo o hija de Dios asciende a la Presencia del YO SOY EL QUE YO SOY, el Espíritu Santo desciende para llenar el vacío y magnificar la Presencia del Señor en la tierra. Es éste el ritual del descenso del Espíritu Santo prometido por Jesús a sus discípulos cuando el Maestro dijo: “Permaneced en la ciudad de Jerusalén hasta que seáis dotados del poder de las alturas”, cosa que ocurrió en Pentecostés después del ascenso de Jesús al cielo.
El representante de la llama del Espíritu Santo para las evoluciones de la tierra es el maestro ascendido que ocupa el cargo de Maha Chohán . El Espíritu Santo es la Personalidad Impersonal de la Divinidad y está ubicada en el lado occidental de la Ciudad Cuadrangular. Véase Gráfica de tu Ser Divino.
1 Corintios 12:4-11; Juan 14:16, 26; 16:7; Lucas 24:49, 51; Marcos 16-19; Hechos 2:1-4
(sánscrito: “acto, acción, obra”). El karma es energía/conciencia en acción; la ley de causa y efecto y retribución. Llamada también ley del círculo, que decreta que cualquier cosa que hagamos completará un círculo y regresará a nuestra puerta para resolución. Pablo dijo: “Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” Newton observó: “Para toda acción hay una reacción igual y opuesta.” La ley del karma requiere que el alma reencarne hasta que todos los ciclos kármicos se hayan saldado. Así, de una vida a la siguiente el hombre determina su destino por sus acciones, incluyendo sus pensamientos, sentimientos, palabras y obras. Saint Germain enseña el sendero acelerado de la transmutación del karma con la llama violeta del Espíritu Santo y trascendiendo las rondas de renacimiento a través del sendero de la cristeidad individual que conduce a la ascensión demostrada por Jesús.
Gálatas 6:7