Volver a Armadura de Jesús

♦ Introducción

Vino luego a sus discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.

Mateo 26:40-41

Durante siglos los seguidores de han sentido remordimiento por los discípulos, porque no guardaron la vigilia con cuando oró en el Jardín de Getsemaní en las horas anteriores a su denuncia y su crucifixión. Acaso hay quien haya pensado: “Si me hubiera encontrado ahí, hubiera ayudado a nuestro Señor” . Otros buscan la oportunidad, entre sus diarias actividades, de ser constantes en su llamado, al darse cuenta de que su vigilia sigue siendo perpetua hoy.

Al recordar los momentos en que su corazón estaba agobiado por las cargas del mundo, Jesús ha ofrecido, hoy en día, mantener la vigilia con los hijos de Dios cuando éstos pasan por las pruebas que él mismo pasó. El servicio que presentamos a continuación nos fue dictado por el Maestro Ascendido Jesucristo. Es su ofrenda a un mundo todavía invadido por el caos, la guerra, el orgullo, la superstición y la ignorancia. Al guardar esta vigilia, los pueden hoy brindar su amor y su lealtad para velar con Jesús durante una hora cada semana, en expiación de aquellos que no lo hicieron y en conmemoración de todos aquellos que en todos los siglos venideros se aunarán a ellos para sostener la fe.

Hoy, los seguidores de todas las religiones todavía creen que la respuesta a todo problema puede encontrarse en Dios. La oración es la puerta abierta a través de la cual fluyen todas las bendiciones. Es el recorrido de la entre el Cielo y la Tierra. Es hablar con Dios; es suplicarle; es el anhelo del corazón. Con la oración, la conciencia de los hombres se suaviza, los miedos se mitigan a medida que las creaturas de Dios van adquiriendo fuerza, un mayor sentido del Infinito y su propio lugar en el esquema divino de las cosas. La gente de todo el mundo es una cuando deposita toda su carga en el altar de la oración, y siente la prodigiosa alegría del Cristo, que sigue caminando con los hombres. Siente el poder del y sabe que su Redentor vive.

Los que recuerdan las múltiples exhortaciones del gran Maestro Médico, que curaba toda forma de pecado, enfermedad y hasta la muerte, pueden tener conceptos de la verdad sobre su doctrina que no son necesariamente la plenitud de todo lo que él ha preparado para su rebaño hoy en día. La promesa que hizo a los que dejó tras de sí es: “En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará; y mayores obras que éstas hará, porque yo voy a mi Padre”. Si los hombres han de seguir el ejemplo de Cristo y luego hacer “mayores obras” aún, es necesario que haya una comprensión mayor. Los cristianos de hoy deben estar dispuestos a aceptar la revelación progresiva del Cristo, ya que su ley se aplica a los problemas del siglo xx y a la batalla de que estamos librando.

A través de los siglos ha habido progresos en la ciencia, las artes y todas las áreas de la cultura; sin embargo, los hombres se resisten a creer que también la religión debe progresar. Cuando los hombres buscan lo máximo y luego están convencidos de que lo han encontrado, cierran la puerta al continuo derrame de revelaciones que Dios envía desde Su corazón; Dios da a cada cual según su capacidad de recibir.

Que todos los que lean este documento se den cuenta de que, aunque tal vez no entiendan toda la divina que hay detrás, pueden sentir los efectos de esa ciencia y sus poderosas leyes a través de la liberación efectiva de poder espiritual que ocurre con su uso. Instamos a todos a mantener la mente y el corazón abiertos y a no dejarse intimidar por creencias caducas. Pedimos con Jesús que algunos acepten por la fe lo que acabará por ponerse en evidencia si están dispuestos a ensayar un nuevo método de oración, que será científicamente comprobado al ser utilizado.

Es menester que los del mundo —sin importar a qué iglesia pertenezcan, ni qué ocupación tengan— se unan en un servicio de oración mundial que se ofrezca perpetuamente, las veinticuatro horas del día, para invocar asistencia divina para el planeta y sus habitantes. “Velad conmigo”, Vigilia de las horas de Jesús, ofrece a todos la oportunidad de construir “un nuevo Cielo y una nueva Tierra”, hoy en día, para que las fuerzas de la oscuridad, empeñadas en la destrucción del mundo, puedan ser efectivamente detenidas.

Que no se nos recuerde como la generación que, ya en la tierra yerma, exclamó: “¡Hubiera podido ser!” Seamos los discípulos verdaderos que desde la cima de la montaña de la realización exclamarán: “¡Así sea! ¡Así lo decretamos en el nombre de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo!”

Elizabeth Clare Prophet

 

 

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(griego: Christos, “ungido”). Mesías (hebreo y arameo: “ungido”); “el Ungido”, aquel que es investido e infundido o ungido de la luz (el Hijo) de Dios. La Palabra, el Logos, la Segunda Persona de la Trinidad: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad… Aquél era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene al mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por él y el mundo no le conoció.” En la Trinidad hindú de Brahma, Vishnu y Shiva, el término “Cristo” corresponde a la encarnación de Vishnu, el Preservador; avatara, hombre Dios, el que despeja la oscuridad, guru.

     El Cristo Universal es el mediador entre los planos del Espíritu y los planos de la Materia; personificado como el Santo Ser Crístico, es el mediador entre el Espíritu de Dios y el alma del hombre. El Cristo Universal sostiene el nexo (el flujo en forma de ocho) de la conciencia a través del cual las energías del Padre (Espíritu) pasan a sus hijos para la cristalización (inglés: Christ-realization: realización crística) de la Llama de Dios por el esfuerzo de su alma en el vientre cósmico (la matriz) de la Madre (Materia). A este proceso se le llama materialización (inglés: Mater-realization: realización en la Materia), “El Descenso”. El proceso por el cual las energías de la Madre aglutinadas en el alma pasan a través del nexo de la conciencia crística hacia el Padre es la aceleración llamada espiritualización (inglés: Spirit-realization: realización en el Espíritu), “El Ascenso”. Otro nombre que se le da al proceso mediante el cual la energía del alma regresa de la Materia al Espíritu es sublimación (inglés: sublimation: sublime action: acción sublime) o transmutación. Siendo ya una con el Hijo, el alma experimenta la consumación de este proceso como la ascensión, la unión con el Espíritu de la Presencia YO SOY, el Padre. La ascensión es el cumplimiento en el cielo de la promesa de Jesús en la tierra: “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros… El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos con él morada.”

     La fusión de las energías de la polaridad positiva y negativa de la Divinidad en la creación ocurre a través del Cristo Universal, el Logos sin el cual “nada de lo que es fue hecho”. El flujo de luz del macrocosmos hacia el microcosmos, del Espíritu (la Presencia YO SOY) al alma y de regreso siguiendo la espiral en forma de ocho, se cumple a través de este bendito Mediador que es Cristo, el SEÑOR, la verdadera encarnación del YO SOY EL QUE YO SOY. Ya que Jesús es esa Palabra encarnada, puede decir: “El YO SOY es [el YO SOY en mí es] la Puerta Abierta [al cielo y a la tierra] que ningún hombre puede cerrar”, y “Todo el Poder me es dado [a través del YO SOY en mí] en el cielo y en la tierra”, y también “He aquí, YO SOY [el YO SOY en mí está] vivo por siempre –como Arriba, así abajo– y tiene las llaves del reino de los cielos y las llaves de la muerte y el infierno, y a quienquiera que el Padre quiera yo se las doy, y son dadas en su nombre”. Esto que aún hoy afirma el maestro ascendido Jesucristo también lo afirma para nosotros nuestro Santo Ser Crístico. Así, el Cristo Universal del Hijo único y de los muchos efectivamente mediatiza la Presencia del YO SOY hacia nosotros a través de nuestro propio y amado Santo Ser Crístico. Ésta es la verdadera comunión con el Cristo Cósmico cuyo Cuerpo (Conciencia) fue “partido”, compartido, individualizado para cada hijo del corazón del Padre. Los Hijos de Dios son depositarios de la Máxima Luz para los que aún son criaturitas en Cristo.

     El término “Cristo” o “ungido del Cristo” también denota un cargo en la jerarquía que ocupan los que han alcanzado la automaestría en los siete rayos y los siete chakras del Espíritu Santo. La maestría crística incluye equilibrar la llama trina (los atributos divinos de poder, sabiduría y amor) para la armonización de la conciencia y la implementación de la maestría de los siete rayos en los chakras y en los cuatro cuerpos inferiores mediante la Llama de la Madre (la kundalini elevada). En la hora designada para la ascensión, el alma así ungida eleva la espiral de la llama trina desde abajo de los pies, pasando por toda la forma, para la transmutación de todo átomo y célula de su ser, conciencia y mundo. La saturación y la aceleración de los cuatro cuerpos inferiores y el alma mediante esta luz transfiguradora de la llama crística ocurre en parte durante la iniciación de la transfiguración, se incrementa con la resurrección y adquiere plena intensidad durante el ritual de la ascensión.

     El Ser Crístico individual, el Cristo personal, es el iniciador de toda alma viviente. Cuando el individuo pasa estas diversas iniciaciones en el sendero de la cristeidad, incluyendo “dar muerte al morador del umbral”, se gana el derecho a que se le llame ungido del Cristo así como hijo o hija de Dios. Hay quienes, en eras pasadas, se ganaron semejante título y comprometieron esa culminación o no lograron manifestarla en encarnaciones subsiguientes. En esta era el Logos los requiere para que manifiesten su maestría divina interna y la perfeccionen en el plano físico mientras están en encarnación física. Por lo tanto, para asistir a los hijos e hijas de Dios en hacer que su manifestación sea conmensurable con su luz interior, los maestros de la Gran Hermandad Blanca han dado sus enseñanzas a través de los maestros ascendidos y de sus mensajeros en este siglo [XX]. Y Saint Germain fundó la Fraternidad de Guardianes de la Llama, a través de la cual envía lecciones mensuales graduadas a los miembros de esta orden, dedicada a guardar la llama de la Vida en todo el mundo. Antes de pasar con éxito las iniciaciones del discipulado, se hace referencia al individuo como hijito de Dios, en contraste con el término “Hijo de Dios”, que denota la plena cristeidad, en la cual el alma, en y como Hijo del hombre, se ha fundido en el Hijo de Dios siguiendo el ejemplo de Jesucristo.

     Con la expansión de la conciencia crística, el ungido del Cristo avanza para alcanzar la realización de la conciencia crística en el nivel planetario y es capaz de sostener el equilibrio de la llama crística para las evoluciones del planeta. Cuando logra esto, asiste a los miembros de la jerarquía celestial que prestan su servicio en el cargo de Instructores del Mundo y al Cristo planetario. Véase Gráfica de tu Ser Divino, Jesús.

Juan 1:1-4; 14:20, 23. Cf. Apocalipsis 3:8; Mateo 28:18; Apocalipsis 1:18

El maestro ascendido Jesucristo . El avatar de la era de Piscis; la encarnación de la Palabra, el Cristo Universal; el ejemplo de conciencia crística que los hijos de Dios tendrían que haber manifestado durante la dispensación de dos mil años de la era de Piscis; aquel que manifestó la plenitud del Ser Crístico y que por tanto fue llamado Jesús el Cristo. Vino para revelar el Ser Crístico individual a la humanidad entera y para demostrar las obras del Padre (la Presencia YO SOY) que Sus hijos e hijas pueden realizar en y a través de la llama del Ser Crístico o Yo Crístico individual. Jesús ocupa el cargo de Instructor del Mundo en la jerarquía, que comparte con el maestro ascendido Kuthumi, quien estuvo encarnado como san Francisco. El retiro de Jesús es el Templo de la Resurrección, ubicado en el reino etérico sobre Tierra Santa. También presta su servicio en el Retiro Árabe, en el desierto de Arabia, al noreste del Mar Rojo. Véase “Jesucristo y Saint Germain vienen a señalar el camino en la era de Acuario”, en Alquimia II.
1. Los que surgen como fruto de la unión divina de las espirales de Alfa y Omega; los que tienen al Cristo consigo como el Emmanuel. La creación del Padre-Madre Dios (Elohim) hecha a imagen y semejanza del Divino Nosotros, identificada por la llama trina de la Vida anclada dentro del corazón.      2. En el sendero, la expresión “hijos e hijas de Dios” denota un nivel de iniciación y un rango en la jerarquía que está por encima de los que se llaman niños de Dios, niños en el sentido de que no han pasado las iniciaciones del fuego sagrado en el discipulado, lo que justificaría que se les llamara coherederos con el Cristo, esto es, hijos e hijas de Dios.

La luz espiritual es la energía de Dios; el potencial del Cristo. Como personificación del Espíritu, el término “Luz” puede utilizarse como sinónimo de los términos “Dios” y “Cristo”. Como esencia del Espíritu es sinónimo de “fuego sagrado”. Es la emanación del Gran Sol Central y de la Presencia YO SOY individualizada, y la Fuente de toda vida. Es lo que enciende la chispa divina, porque la Luz verdadera alumbra a toda manifestación de Dios que debe descender a un mundo oscurecido. El portador de Luz es el que desplaza la Oscuridad, y la Luz de su Presencia YO SOY proviene de los reinos del Día Eterno.

Juan 1:7-9

La Tercera Persona de la Trinidad; la omnipresencia de Dios; las lenguas hendidas de fuego que focalizan a Dios Padre-Madre, también llamado el fuego sagrado; las energías de Vida que animan a un cosmos. En la Trinidad hindú de Brahma, Vishnu y Shiva, el Espíritu Santo corresponde a Shiva, conocido como el Destructor-Liberador porque su amor que todo lo consume, cuando se invoca en los planos de la Materia, ata a las fuerzas del mal y transmuta la causa y el efecto de las creaciones erróneas de los hombres, liberándolos de la prisión de su karma y de los seres oscuros que la habitan. El prana es la esencia del Espíritu Santo que ingerimos con el aliento del fuego sagrado a través de los chakras para nutrir a los cuatro cuerpos inferiores. El Espíritu Santo es el foco del equilibrio del Dios Padre-Madre en el núcleo de fuego blanco del ser. El exorcismo de los espíritus malignos y de las entidades impuras se realiza mediante el fuego sagrado del Espíritu Santo, en el nombre del Cristo y del YO SOY EL QUE YO SOY. Los nueve dones del Espíritu Santo son poderes que se otorgan a los siervos del Señor para atar a la muerte y el infierno y realizar Sus obras en la tierra.

La Persona y la Llama del Espíritu Santo es el Consolador que Jesús prometió que vendría cuando nuestro Señor nos dejara –a iluminarnos, a instruirnos y a hacernos recordar todas las cosas que el amado Jesús nos ha enseñado, tanto en la tierra como en el cielo. Cada vez que un hijo o hija de Dios asciende a la Presencia del YO SOY EL QUE YO SOY, el Espíritu Santo desciende para llenar el vacío y magnificar la Presencia del Señor en la tierra. Es éste el ritual del descenso del Espíritu Santo prometido por Jesús a sus discípulos cuando el Maestro dijo: “Permaneced en la ciudad de Jerusalén hasta que seáis dotados del poder de las alturas”, cosa que ocurrió en Pentecostés después del ascenso de Jesús al cielo.

El representante de la llama del Espíritu Santo para las evoluciones de la tierra es el maestro ascendido que ocupa el cargo de Maha Chohán . El Espíritu Santo es la Personalidad Impersonal de la Divinidad y está ubicada en el lado occidental de la Ciudad Cuadrangular. Véase Gráfica de tu Ser Divino.

1 Corintios 12:4-11; Juan 14:16, 26; 16:7; Lucas 24:49, 51; Marcos 16-19; Hechos 2:1-4

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Armagedón, Nicholas Roerich, 1936


Armagedón es un término bíblico que aparece en Apocalipsis 16: 16. Aunque el término es de origen cristiano, varias religiones y culturas lo emplean para referirse al fin del mundo o al final de los tiempos mediante catástrofes. Desde tiempos inmemoriales los hombres han predicho el fin del mundo y la próxima gran batalla de Armagedón.

Har-Magedon (hebreo) significa “colina de Megiddo”. La fortaleza de Meguido de los cananeos guardaba el paso al valle de Jezreel, a través del cual corría la principal ruta comercial de Egipto a Mesopotamia. Quien controlara el paso gobernaba la economía de Israel. A eso se debe que la fortaleza haya sido escenario de muchas batallas, antiguas y modernas. Armagedón llegó por eso a simbolizar, como nombre y como lugar, la batalla final entre las fuerzas de la Luz y la Oscuridad.

Durante los últimos dos mil años esta batalla se ha asociado a ciertos conceptos escatológicos, como la Segunda Venida de Cristo, la resurrección de los muertos, el juicio final, el rapto de los santos, el castigo de los pecadores y la llegada de la Nueva Jerusalén.

En realidad la batalla de Armagedón es la lucha entre la Luz y la Oscuridad, entre las fuerzas del Bien y las fuerzas del Mal, entre el Yo Real y el yo sintético. Es una batalla espiritual librada para que el mundo pueda ser despojado de ilusión y preparado para la manifestación del Cristo en todos los corazones.

“La batalla de Armagedón no es un mero choque de lanzas y carruajes en las arenas del mundo. Es una batalla espiritual por la mente y el corazón de los hombres” (El Morya ).

“La palabra ciencia comunica el concepto de aquello que es cierto, aquello que es sabido y aquello que está en operación de acuerdo con la Ley y de acuerdo con las matemáticas.  Aquello que es ciencia puede ser conocido de principio a fin. Por alguna razón, el concepto de azar, accidente, creencia en un súbito milagro ha acompañado a las personas religiosas durante muchos siglos. Y por tanto dependen de una ley desconocida y una ciencia desconocida para la manifestación de asuntos cotidianos del corazón, del alma, que deberían ser entendidos a la luz de la verdadera ciencia divina de la Ley.” – Maha Chohán
Ser un portador de luz significa llevar al Cristo, es el que lleva la Luz que es Cristo; alguien que lleva la responsabi­lidad de la cristeidad en sí mismo y en otros defendiendo la verdad y honrando a Dios; alguien que ha sido ungido por la conciencia crística y profesa esta iluminación para todos. El Portador de Luz es el Guardián de la Llama cuyo lema debe ser “YO SOY el guardián de mi hermano - YO SOY el guardián de la Luz del Cristo en mi hermano”.